La ventana está abierta y el ruido inunda mi habitación.
El ruido me ayuda a viajar a otros lugares, a otros recuerdos que tan poco me recuerdan al presente. El sueño casi siempre llega tarde y las noches duelen lo suficiente como para escribir. Jugar a abrir el alma, cerrar los ojos, frenar las lágrimas y escribir lo que salga.
La tristeza tiene algo asquerosamente romántico algunas veces y para mí en general es algo importante. Cuando estoy feliz (si es que llego a estarlo) estoy ocupada en sonreír.
Hoy fue un día no mágico, hice lo que tengo que hacer: la tediosa rutina, respirar concientemente cada tanto, cumplir con cada una de mis fastidiosas necesidades fisiológicas y un aburrido etcétera. No salí al jardín, me quede leyendo una novela. Después leí un libro que habla sobre la expropiación a los pueblos originarios desde las “campañas de conquista” se llama algo así como el sometimiento y la incorporación indígena en la Patagonia , no entendí mucho sobre el titulo porque no lo leí (al titulo, abrí directamente el libro y empecé a recorrerlo).
Me preparé un té con sabor a nada, encendí un cigarrillo y caí desvanecida en el sillón con los ojos fijos, desorbitados en la “caja boba”. Una vez mas incursiono en el arte de mirar sin ver…quisiera hacerlo menos pero es tan parte de mi como mi problema de concentración. En fin una explosiva combinación de desinterés por todo e interés por absolutamente nada que no sea querer morirse un rato a ver que pasa.
Quise escribir algunos versos y sangrar un poco de poesía aunque sea un ratito pero no fue posible, entonces me dispuse a escribirte a vos, rompiendo la promesa que en silencio hice alguna vez de volcar magia y profunda sinceridad en las cartas que son tuyas.
La inspiración suele ser un problema para quienes nos entregamos a escribir y para mí es un doble problema. ¿Cómo encuentro la inspiración que nunca tuve? Digamos que estoy en un aprieto pero supongo que le debe pasar a todo aquel que decide escribir cosas importantes. Entiéndase como cosas importantes a aquellas que reflejan la esencia de quien escribe. Es difícil saber de que escribir, generalmente no pienso claramente, solo dejo que las palabras fluyan por si solas así realmente puedo escribir con libertad y aunque suene superfluo, puedo liberarme totalmente y salir y entrar a las palabras una y otra vez.
Vuelvo a afirmar que es difícil saber de que escribir y más cuando no sabés ni quién sos…a veces creo que tengo que miedo de mi misma, de aquello que oculto ser y no ser al mismo tiempo, miedo de lastimarme evidenciando mi verdadera vulnerabilidad a todo aquel que por un segundo perciba la frialdad de mis ojos como un simple espejo y detrás de ella encuentre un puñado de sonrisas. Hasta pronto.
Tuya, Proserpina Guerra